Hay días en que estoy bien cansada. Cuando hago bastante pero no siento que avanzo. Y hay otros días en que no hago nada, aunque tengo mucho que hacer. En estos momentos, el enemigo viene a susurrarme mentiras.
“Lo que haces no importa.”
“Te estas equivocando mucho.”
“Mejor no te esfuerces más.”
Muchas veces he caído en sus mentiras, pero solo para hundirme más. Y por la gracia de Dios, otras veces logro reemplazar el engaño del enemigo con verdades de Dios. Y es aquí cuando tengo que ser franca conmigo misma y preguntarme, “¿Por qué hago lo que hago?”
La respuesta para cada una de nosotras va a ser muy diferente, ya que hemos sido llamadas a hacer diferentes cosas. También cada diferente estación que la vida trae nos demanda cosas específicas y diferentes.
Pero al final de cuentas, tu y yo estamos aquí para darle gloria a Dios (Apocalipsis 4:11). Así que ya sea en nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestro hogar, nuestra iglesia, nuestro trabajo o lugar de educación – todo lo que hacemos debe ser para gloria de Dios.
Pero a mí, a veces se me olvida. Por eso me tengo que rodear de influencias que me lo recuerden. Tengo que escuchar mensajes que me motiven. Tengo que leer artículos que me ayuden a dar lo mejor de mi.
No te sientas mal si algún día te encuentras en desánimo y sin saber por qué haces lo que haces. Estos días son buenos para meditar, recobrar fuerzas y afianzar la visión.
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.» Colosenses 3:23-24
foto por antwerpenR
