por Michelle Kauenhofen
En estos días veo un tema preocupante entre padres de adolescentes difíciles. Como que impregna nuestra cultura. Parece ser que si una familia se enfrenta con un adolescente decidido a tomar decisiones imprudentes y necias, a estas familias se les aconseja hacerse a un lado y dejar que la persona joven se salga con la suya. La lógica dice algo como: «no se puede cambiar a una persona que no quiere cambiar, así que hay que dejarlo que siga su curso». Es una especie de mentalidad tipo «no puedes ayudar a alguien que no quiere ayuda.» Das un paso atrás y esperas y oras por lo mejor.
No estoy de acuerdo.
Cuando voy a la Palabra en busca de consejo, encuentro el ejemplo del Padre perfecto. El miró a sus hijos, que estaban tan terriblemente perdidos y continuamente y horrendamente fallando en todas las formas imaginables, y básicamente dijo, “no hay sacrificio demasiado grande.”
Él murió para salvar a sus hijos.
¿Por qué en la actualidad tantos padres se dan por vencidos y sienten que no pueden hacer nada?
Siempre hay cosas que se pueden hacer, siempre hay métodos nuevos que implementar, siempre hay nuevos alcances, y nuevo apoyo que buscar. Siempre hay más oración, más involucramiento, más amor, más paciencia, más sacrificio y – siempre hay que trabajar aún más duro. Siempre hay nuevos caminos para explorar, y cuando llegamos a un callejón sin salida, buscamos una nueva ruta. Nunca nos rendimos; seguimos intentando. Después de todo, nuestros hijos son el futuro, y ellos van a criar a nuestras futuras generaciones. Vale la pena.
Sigamos el ejemplo del Padre, y no nos cansemos en nuestra crianza de los hijos, si es que vienen o cuando vengan tiempos difíciles. No cuentes el sacrificio y aguarda con suma esperanza mientras empleas todas las posibilidades. Nunca te rindas.
foto por Pictr One X
