“Tu te mereces algo mejor que eso.” Esa es una gran farsa que escuchamos muy a menudo. Es una mentira muy bien fabricada por el enemigo. El problema es que muchas veces la creemos.
“No mereces a ese hombre.”
“No mereces ese tipo de vida.”
“No mereces que te traten así.”
La cruda realidad es que no merecemos nada en esta vida. Desnudas y con nada llegamos y desnudas y con nada nos iremos. Cualquier cosa que alcancemos lograr o adquirir en el transcurso de nuestro corto peregrinaje por este mundo es únicamente por la gracia y bondad de Dios. Y esa gracia y bondad nos permite tomar buenas decisiones, y cuando lo hacemos, entonces conseguimos mejores cosas que malas.
En fin, debemos cambiar nuestro “merezco” por “quiero” o “deseo”. Creo que es más efectivo. Porque es posible – y bueno – desear tener un buen hombre, o una buena vida, o que me traten bien, por ejemplo. Y con la ayuda de Dios, puedo ser sabia y tomar buenas decisiones, las cuales me llevarán a buenos resultados.
Pero hay alguien que si merece mucho. De hecho, lo merece TODO. Esta es una persona que para venir al mundo, tuvo que dejar todo lo que tenía (Fil. 2:7), y antes de irse del mundo hizo algo épico: dio Su preciosa vida por amor a la humanidad.
Su nombre es JESÚS.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16
Jesús no solo se merece lo mejor de mi. El merece TODO de mi. Y aún cuando no tengo nada bueno que ofrecerle, Él tiene el poder de transformar mi miseria, mis fracasos, mi dolor y mi necedad en algo esplendoroso y bello (Is. 61:3).
Las enseñanzas que Jesús nos dejó en su corta vida aquí en la Tierra son una muestra más de Su amor hacia nosotros. Esas enseñanzas me permiten tomar buenas decisiones, me permiten cosechar lo que sembramos y me dan la oportunidad de vivir mi vida por algo eterno: el Reino de Dios.
¿No estás segura que tienes una relación personal con Jesús? Solo tienes que creer. Suena muy fácil, pero eso es lo que nos dijo él en l Biblia:
«De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.» Juan 6:47
Si nunca lo has hecho, tómate unos minutos para platicar con él. Dile algo como:
“Señor Jesus, reconozco que soy pecadora y que mis buenas obras no me pueden salvar. Gracias por morir por mi en la cruz para pagar por mis pecados. Creo que resucitaste de entre los muertos para darme vida eterna y te recibo en mi vida, confiando sólo en Ti como mi Salvador.
Y aunque no nos merecemos nada bueno en la vida, como lo mencionábamos, cuando creemos en Jesús, somos hijas de Dios (Juan 1:12). Y por ser hijas de Dios, tenemos derecho a tantas cosas buenas, como el amor incondicional de Dios:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?…Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:35, 38, 39

Gracias Karisa, ¡Excelente mensaje!!! Saber lo importantes que somos en nuestro Padre Celestial y nada ni nadie nos debe trastornar esa idea de nuestra mente…Pues en Cristo ¡TODO LO PUEDO! y nos hace valiosas…