Algunas mujeres resienten las palabras del apóstol Pedro cuando dice que la mujer es el vaso más frágil en 1 Pedro 3:7. En este pasaje, Pedro está haciendo una comparación de la mujer con el hombre en el contexto del matrimonio. De ninguna manera Dios nos está diciendo que somos inferiores o con menos capacidad que el hombre. Lo que si está diciendo, es que somos más delicadas, en diversas formas, al compararnos a los hombres. Hace poco fui recordada de esta verdad:
Con mi familia nos acabamos de mudar de casa. Algunos familiares y amistades nos ayudaron los dos primeros días de mudanza. Pero el último día se suponía que no habría mucho trabajo. Estábamos equivocados.
Ese día, solo mi esposo y yo regresamos a recoger lo último y a dejar limpio el lugar, antes de cerrar y entregar llaves. No era mucho, pero en cada cuarto habían cositas aquí y allá que recoger. Inmediatamente llegamos al apartamento, comenzamos a trabajar. El trabajo no era pesado, pero si había que agacharse mucho, recoger, poner en cajas, cargar, etc. Después de media de hora de estar haciendo esto, mi cuerpo con casi 5 meses de embarazo lo empezó a sentir. Me comenzaron a dar dolores leves, pero anormales. Inmediatamente dejé de trabajar. Me senté, hice un par de llamadas y no volví a tocar una cosa más el resto del día.
Definitivamente yo tenía las fuerzas, las energías y hasta el ánimo para terminar con todo lo que había por hacer. Pero lo que no podía era poner en riesgo mi embarazo – la vida de mi hijo. De ninguna manera esto me hacía inferior o menos valiosa a un hombre. De lo contrario, mi fragilidad en este momento se debía a la bendición y privilegio de cargar en mi cuerpo a un bebé, un ser humano creado a la imagen y semejanza de Dios.
A los 30 minutos, en nuestro apartamento se presentaron como 10 jóvenes listos y dispuestos para ayudarle a mi esposo y terminar con el trabajo que yo había dejado a medias. Lo que a mi esposo y a mí nos hubiera tomado unas 6 horas, con este gran equipo de ayuda, lo logramos terminar en aproximadamente una hora.
Yo no ayudé en nada excepto en dar guía a nuestros maravillosos y maravillosas ayudantes. Yo estoy segura que ellos no tomaron ofensa del hecho que yo no estaba físicamente trabajando, aunque era mi apartamento el que estaban vaciando y limpiando. Ellos sabían que mi embarazo no me permitía ejercer fuerza física. Aunque jóvenes todos ellos, claramente entendían mi estado de fragilidad, y lo protegieron ayudándome hacer las cosas que yo no podía.
No es una desdicha ser llamada el vaso más frágil. Es un privilegio y honor poder ser llamada el vaso más frágil, por que así me diseño Dios.
foto por hubeRsen
