Este mes estoy contestando preguntas de lectoras en vivo vía Periscope sobre la ORGANIZACIÓN de tu día, tu hogar y tu vida. Aquí hay una pregunta muy importante. ¡Espero te ayude a ti también!
PREGUNTA: ¿Cómo disfrutar mi vida como ama de casa, madre y esposa cuando las redes social nos combate que las mujeres deberían ser profesionales, salir a las calle a trabajar fuera de casa? ¿Cómo hacerle frente a esto cuando veo a todas mis amiga con licenciaturas, maestrías y con trabajos importantes? A veces me siento frustrada por quedarme en casa.
Lo mas crítico que te puedo compartir es un mensaje que leí en un letrero en mis primeros años como mamá en casa:
El trabajo más importante de este mundo
solo lo podrás realizar
dentro de las cuatro paredes de tu hogar.
Es cierto, los proyectos tienen su fin, los servicios y productos a veces se vuelven anticuados y obsoletos, las cosas no son eternas. Las almas de tu esposo e hijos si son eternas. Cada familia en tu hogar dejará un legado cuando partan de este mundo. El legado puede ser bueno, malo, mediocre o impactante. Tu inversión en la vida de ellos es trascendental. Simplemente no tiene precio.
Hay varios pasos que debes tomar para asegurar que tu vida esté recibiendo el ánimo y apoyo que necesitas, especialmente mientras haces tu labor tan especial en tu hogar.
Elimina de tus redes todo mensaje que te desanima o va en contra de los valores que has escogido vivir. Tus redes sociales son tu hogar virtual. Al igual que en tu casa no permitirías que entren criminales, ladrones y gente malvada y mucho menos que permanezcan ahí, de igual forma, no sigas en tus redes sociales a quienes causan desánimo o desilusión. Sé sabia.
Al mismo tiempo, busca y añade lo mejor. Personas, ministerios y organizaciones que no solo comparten tu valores, sino que se empeñan en difundir mensajes de esperanza, ánimo y sabiduría.
Te cuento un poco de mi vida…
Antes de venir a quedarme en casa a cuidar de mi familia, yo trabajé por 8 años en empresas fuera de mi hogar. En mis dos trabajos, rápido ascendí de posiciones. Tenía no solo buenos trabajos, sino buena paga, todos los beneficios, entrenamientos, capacitaciones, etc. Profesionalmente, era muy exitosa y mis posibilidades se expandían cada vez.
Pero un día tuve que enfrentar una fuerte y cruda realidad: mis jefes se estaban beneficiando de lo mejor de mí. Mi tiempo. Mi inteligencia. Mi profesionalismo. Mi preparación. Mis mejores modales. Mis mejores actitudes. Mis ideas. Mis soluciones. Era una estupenda ayuda idónea a mis jefes.
Ellos se estaban haciendo más ricos, gracias a mis servios (y por supuesto, el servicio de otros empleados) a cambio de un simple salario. Al final del día, ellos se llevaban a casa su ganancias, sin hacer repartición conmigo.
Mmmm. Esto no me pareció. Comencé a visualizar otro panorama. Uno en donde mi esposo era quien recibiera lo mejor de mí. Mi tiempo. Mi inteligencia. Mi profesionalismo. Mi preparación. Mis mejores modales. Mis mejores actitudes. Mis ideas. Mis soluciones.
Al final del día, las ganancias serían plenamente compartidas conmigo porque somos un equipo, un matrimonio. Somos uno.
Este panorama era mejor a corto y largo plazo. No había duda de esto. Hace 8 años dejé el campo laboral fuera de casa y vine a mi hogar a cuidar de nuestra hijita, estaba esperando a nuestro segundo hijo.
En ese entonces, mi esposo trabajaba como empleado en una compañía. Tenia un trabajo como cualquier otro, con compañeros dificultosos, algunos jefes buenos, pero otros mediocres. Él luchaba duro para ganar el sustento.
Hoy en día, tenemos 5 hijos a quienes educamos en casa. Somos propietarios de tres negocios (Rittenhouse Guitars es uno de ellos). Hoy en día mi esposo sigue teniendo lo mejor de mí, su ayuda idónea.
(La iniciativa, liderazgo, inteligencia y trabajo duro de mi esposo es parte del fundamento de nuestro éxito como familia, pero ese es tema para otra ocasión.)
Esto ha requerido que me siga preparando. Que siga aprendiendo. Que me siga capacitando. Si al venir a cuidar de mi casa años atrás, alguien pensó (porque nadie me lo dijo en persona): “Pobre Karisa, está retrocediendo el irse a quedar en casa. Está dejando tantas oportunidades. Está sacrificando mucho,” esa persona hoy sabrá que estoy mucho mejor que si me hubiera quedando trabajando fuera de casa. Mi familia está muchísimo mejor gracias a eso. Mi esposo está mucho mejor. Nuestros negocios son muy prometedores. Estoy mucho más capacitada. Mi alcance es mucho más grande que si estuviera en otro lado. Yo no he perdido, solo ganado.
Querida amiga, si Dios te tiene en otro lugar fuera del hogar:
¡Regocíjate y da lo mejor de ti! Necesitamos personas profesionales íntegras, honradas y serviciales. Apóyate en amigas confiables. Dale siempre el primer lugar a Dios y luego tu familia. Tu trabajo es doble y necesitas todo el ánimo y ayuda posible. ¡Estamos para apoyarnos mutuamente!
Y tu amiga, que estás fuera de tu hogar solo por temor a no quedarte estancada:
Reflexiona. Ora mucho. Deja que la sabiduría de Dios te guíe. No camines por un rumbo en tu vida dictado por temor y mucho menos por lo que otros dicen o piensan.
Y tu amiga que eres esposa:
¿Qué puedes hacer para que la ‘empresa’ llamada TU FAMILIA sea la más exitosa posible y siempre esté saliendo adelante? De ti depende mucho, querida amiga. ¡Estamos juntas en esto! ¡En todo lo que pueda, te quiero ayudar y animar!
