Por tanto no desmayamos; antes aunque este (a) nuestro (a) hombre (mujer) exterior se va desgastando, el (la) interior no obstante se renueva día a día. II Corintios 4:16
La Mujer Común
Se levanta por la mañana con su rostro soñoliento, toma un baño, ve su rostro en el espejo. El paso del tiempo ha comenzado a reflejarse en su rostro que ha perdido su lozanía, se ve cansado y cargado por el sufrimiento.
Toma una crema y la aplica en su cara, también maquillaje para disimular sus cargas, pinta sus labios de rojo y dibuja una sonrisa coqueta.
Se viste para impresionar, a aquellos que no saben lo que hay en su corazón; peina su cabellera teñida, mientras una estela de perfume va difuminándose a su paso.
Toma su cartera y sale de casa, dejando atrás su hogar a la deriva, sus niños al cuidado de cualquier persona y ¿dónde está su esposo?
Regresa de su trabajo, se quita sus zapatos de tacón, se pone ropa cómoda, come algo que preparo la muchacha que cuida de sus hijos, ve la telenovela, mientras le grita a sus hijos que no la dejan oír, va al baño y se mira al espejo, aplica crema para desmaquillar, lava su boca y se acuesta a dormir… y ¿dónde está su esposo?
Probablemente, él llegará tarde, para no discutir; entrará al dormitorio, le dará un beso y ella fingirá dormir. Así comienza y finaliza un día, uno igual al otro, qué más da, es tan sólo un día más.
La Mujer Temerosa de Dios
Se levanta por la mañana con su rostro soñoliento, toma un baño, ve su rostro en el espejo. El paso del tiempo ha comenzado a reflejarse en su rostro, pero los años la han llenado de sabiduría.
Se viste de fuerza y dignidad, toma en sus manos su Biblia y aprende con sabiduría la voluntad de Dios. Ora, agradeciendo a Dios por su vida y la de su familia.
Despierta a su esposo con un beso, levanta a los niños para que vayan a la escuela; prepara un delicioso desayuno y los despide con bendiciones y besos.
El corazón de su esposo está en ella confiando, pues él sabe que le dará bien y no mal todos los días de su vida.
Ella queda aguardando el regreso de los suyos, probablemente llamará a una amiga para brindarle aliento, compartirá con otras lo que ha aprendido en la Palabra; limpiara y cuidará su hogar con diligencia.
¡Han llegado los niños!, los abraza y les da besos, les sirve la comida, mientras les pregunta ¿cómo estuvo su día? Los mandará a bañarse, les pedirá que tengan su devocional, los pondrá a hacer tareas, los verá jugar y se reirá de sus ocurrencias.
¡Ha llegado su esposo! Los niños lo reciben con abrazos, ella también lo abraza, mientras él la toma por la cintura y le da un profundo beso. Cariñosamente, le dice: ¿Amor, cómo ha estado tú día? Te he preparado lo que más te gusta, hice las diligencias que me pediste.
Cenan, comparten sus experiencias del día y tienen su devocional como familia. Prepara lo niños para acostarse, mientras los cobija les dice “los amo mucho hijos míos, oren para que Dios guarde sus sueños”.
Su amado la espera en el dormitorio, ella va a refrescar su rostro, cepilla su cabello, se pone un poco de perfume y un lindo baby doll, a él le atrae su sonrisa coqueta, se deleitan el uno al otro y se entregan con pasión.
Ha llegado un nuevo día, ella ve su rostro en el espejo, los años la han llenado de sabiduría; va a la Palabra y busca ser renovada ese día, busca reflejarse en la Fuente de Vida, le sonríe al futuro, porque su confianza en Dios está puesta.
Una mujer sin fe envejece irremediablemente.
Una mujer con fe se renueva diariamente.
Bessy Barahona ha estado casada con Pablo desde hace casi doce años y tiene 4 hermosos hijos; Niksi, Natalie, Jeremy y Pablito. Asiste a la Iglesia Gran Comisión de Tegucigalpa, Honduras. Es ama de casa. Dios le ha enseñado a través de la vida en su hogar a aprovechar todas las virtudes y talentos que El le ha dado.
Bessy ha abrigado en su corazón el Salmo 138:8,“Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.”
Dios tiene un propósito para cada una de nosotras, permitamos que El utilice nuestras vidas para llevarle honra y gloria.
