Por mucho tiempo pensé que tenía mas que la vida perfecta. No porque no me pasaban «cosas malas,» sino porque no eran “tan malas” en comparación a otros. Crecí con mis 2 padres, nunca me faltó techo, ni comida y siempre tuve ropa que ponerme. Para mi, esas eran cosas importante.
A medida que el tiempo pasaba, descubrí que siempre había tenido un vacío en mi corazón que no lo podía llenar con nada. Por mucho que tratara, ni las cosas, ni el trabajo, ni las relaciones me completaban.
A los 18 años me fui a estudiar a otra ciudad, fuera de mi hogar. Por 4 años viví sola, trabajando y estudiando. Al graduarme de la universidad y no poder encontrar trabajo donde vivía, decidí mudarme de nuevo a casa de mis padres. Pero las cosas habían cambiado. Ya no eran los mismos; siempre discutían. Y me dolió tanto darme cuenta que siempre había sido así. Siempre habían discutido pero como yo no conocía ningún otro ambiente, para mi este era normal. Pero después de vivir sola y “pacíficamente”, mi regreso a casa fue un caos total para mis emociones.
Estos malos momentos me llevaban a pensar que para despejar mi mente, era mejor salir con mis amigas a bailar. Para mi, las fiestas comenzaban el viernes y seguían hasta el domingo, luego los jueves, y aveces hasta los miércoles.
Durante este tiempo conocí a un buen amigo llamado Alcohol. Por mucho tiempo tomé hasta perder el conocimiento. Muchas veces no recordaba ni como había llegado a casa. Sucedía casi todas las semanas. Pero un día me llevé el susto de mi vida. Una noche de «mucha diversión» desperté en un cuarto con un hombre que nunca había conocido. El miedo de lo que había sucedido y de las posibles consecuencias de esa noche me llevó a clamar a Dios. Le pedí que si de verdad existía, que me lo demostrara.
“Los justos gimen, y el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu.”
Salmos 34:17-18
Mi corazón estaba roto y mi espíritu destrozado.
Lo que nunca imaginé fue que una semana mas tarde, en un evento de trabajo, iba a conocer del amor de Dios.
La persona impartiendo el entrenamiento dijo, “Las circunstancias en las que hoy estás, si no son lo que esperas, entonces están ahí porque Dios te está hacienda un llamado. Te está preparando para algo grande por venir. Pero primero tienes que dejar que Él entre en tu vida.”
“De tal manera amó Dios al mundo- que dio a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eternal.”
Juan 3:16
Ese día entendí que Jesucristo era el único camino para llegar a Dios. Decidí entregar mi vida a Él, me arrepentí de todos mis pecados y acepté a Jesucristo como mi Salvador.
“El Señor va delante de tí. Él estará contigo, y no te dejará ni te desamparará.
No temas ni te intimides.”
Deuteronomio 31:8
En ese momento pude entender que Dios nos llama. Pero aveces no sabemos como salir de una situación por no saber a donde mirar y por no darnos cuenta que tenemos la Palabra, la Biblia, delante de nosotros que nos puede salvar de hundirnos.
Empecé a mirar mejor la vida. Ya no me molestaban tanto las discusiones de mis padres, aunque comencé a anhelar un hogar propio con mas paz. Ya no sentía la necesidad de salir durante la semana. Y Dios es tan grande y bueno que los examines médicos de aquella noche que transformaron mi vida, ¡salieron negativos!
Es increíble lo que Dios puede hacer con nuestras vidas. Hoy te quiero a invitar a una cita muy importante. Una cita con Dios. Si hay algo a lo cual Dios te ha estado llamando por algún tiempo, te invito a que le abras la puerta. Dios es un caballero, Él nos toca la puerta, pero Él no va a entrar si no lo invitamos. Te animo a que lo invites. ACÉPTALO, responde a ese llamado que te ha estado haciendo. Obedece su mandato, eso puede ser exactamente lo que esta bloqueando la lluvia de bendiciones que Dios te quiere enviar.
Aimé Hernandez está felizmente casada y con su esposo, residen en Miami, FL. Ella se dedica a ayudarle a familias a solucionar sus problemas financieros y encaminarlos hacia una vida de victoria financiera.
