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Imagina a una joven en al aeropuerto de Nueva York que quiere y debe ir a Japón. Ella ha soñado con su viaje a Japón por años. Ha estado ahorrando por años para este viaje. Todos sus planes giran al rededor de su viaje a Japón. Pero al momento de bordar, se sube en un avión con destino a Londres, en dirección opuesta a Japón.

¿Que pasó? ¿Qué causó el cambio de rumbo? Aunque ella no tiene alguna razón específica por el brusco cambio de dirección, existen varias explicaciones. Entre ellas, toda la gente iba para Londres, era más barato, era más cerca, se le haría mas sencillo acoplarse a la cultura, etc. Pero ella aun desea ir a Japón. Aunque ahora se encuentra mucho más lejos de su destino deseado, ella continua soñando con ir a Japón, aunque sea solo en sueños.

 

¿Te suena familiar? ¿Te atreves a identificarte con ella? ¿Alguna vez has deseado algo con tanto anhelo, para después darte cuenta que tus pequeñas decisiones, en vez de acercarte, te han alejado mucho de lo que querías?

Deseas ser una mujer virtuosa, pero inviertes más tiempo y dinero en lo físico y en lo intelectual que en lo espiritual. Un destino, otro camino.

Deseas que te respeten, te admiren y que te traten con honra y delicadeza, pero tus conversaciones no siempre son honorables y no siempre te vistes con modestia, ni promueves un estilo de vida que agrada a Cristo. Un destino, otro camino.

Deseas ser una esposa alegre, feliz y realizada, pero te preocupaste más por hacerte de una carrera que te garantizará éxito y seguridad, que se te olvidó prepararte para la relación mas importante de tu vida: tu matrimonio. Un destino, otro camino. 

Quieres hijos temerosos de Dios, seguros y serviciales que triunfen en esta vida, pero en una tierna y especial edad los estas echando de tu hogar entregándolos personalmente en las manos de otras personas, quienes se convertirán en la mayor influencia de ellos, perdiendo tu la oportunidad grandiosa que Dios te ha dado para discipular e influenciar a seres y almas tan preciosas. Un destino, otro camino. 

Una y otra vez. Una generación después de otra. Con un destino, pero otro camino.

La buena noticia es de que hoy mismo te puedes subir en el avión correcto, cueste lo que te cueste. Es más cómodo el precio que vas a pagar si cambias tu camino hacia el correcto destino hoy, que el vas a pagar con las consecuencias de tus pobres decisiones mañana.

Pregunta a tu alrededor, nadie nunca se ha arrepentido de haber buscado más ser una mujer virtuosa que de haber buscado ser más bella y con mejor educación.

Nadie nunca se arrepintió de buscar vivir una vida de pureza que agrada y glorifica a Dios.

Nadie nunca se ha arrepentido de haberse esforzado y entrenado más para el matrimonio y la familia que para un oficio o carrera.

Muchas, pero muchas madres (y padres) se han arrepentido de haber entregado a otros la tremenda bendición de criar y discipular a sus hijos. Muchas madres se arrepienten de no haber estado ahí para sus hijos. Y muchas de ellas se dieron cuenta muy tarde. Muchas madres desean haberlo hecho diferente, pero ya no pueden hacer nada al respecto. Nadie puede regresar el tiempo. Y les repito lo que muchas de ellas me han dicho con profundo dolor en el corazón:

“Cueste lo que cueste, cría a tus hijos en el temor de Dios. Dales tu tiempo, dales lo mejor de tí. Desde temprano hasta cuando sea necesario.” 

Si Dios te ha dado claridad del destino en El que deseas que estés, cambio HOY de dirección. El se encargaré de resto. 

Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Hechos 20:24

foto por TejasCalifas

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