Mis padres nos enseñaron a orar desde muy temprano en nuestras vidas. Todos los días orábamos como familia. Ellos nos ayudaron a reconocer todas las bondades que Dios mostraba a nuestra familia día a día, y nos instruyeron a dar gracias. Ellos nos enseñaron a través de su ejemplo al dejarnos escuchar sus sinceras oraciones a Dios y a través de su instrucción cuando nos ayudaban a formular nuestras propias oraciones. Dios utilizó a mis padres al darme un fundamento sólido en mi vida de oración.
A través de los años puede ver una gran cantidad de oraciones contestadas. Demasiadas para enumerar. Desde muy pequeña yo sabia que Dios era capaz y poderoso para contestar cualquier oración. Desde mis oraciones sencillas e ingenuas, hasta peticiones que hacia con todo mi corazón.
Al pasar los años, aprendí sobre las leyes de la naturaleza. Ahora existía la tentación de dejar creerle a Dios por milagros. Pero Dios en su gracia aun me ha ayudado a resistir dudarle y a seguirle orando, creyendo que El contestará.
Ahora, cada vez que enfrento una situación difícil, o veo que alguien a quien quiero va por un mal camino, o percibo que una crisis esta por comenzar, vengo ante Dios y derramo mis pensamientos, dudas, temores y todo mi corazón ante El. Durante este momento intenso de oración es usualmente cuando El me comienza a contestar, aquietando mi corazón, primeramente. Luego trato de escuchar atentamente a Su voz, que me de dirección. Si solo hay silencio, espero. Algunas veces me ha tenido esperando por días, y a veces semanas. Y en estos momentos es cuando con mas frecuencia vengo ante El a buscar de Su respuesta. Inequivocadamente, ¡El responde! A Su tiempo, pero con Su sabiduría. En las ocasiones donde sé que el enemigo anda cerca queriendo devorar o desanimar, oro en voz alta. También busco intencionalmente apartar tiempo para darle gracias por todas sus bendiciones en mi vida y adorarlo como mi Rey. Trato de hacer esto en voz alta también.
Así como mis padres me enseñaron a orar, también lo estoy haciendo con mis hijos. Oramos antes de cada tiempo de comida, después del devocional de la mañana, y antes de acostarse a dormir. Si hay alguna necesidad pendiente o urgente o si Dios ha contestado una de nuestras peticiones, oramos a cualquier hora en cualquier momento. Cuando estoy en una situación que requiere de intensa oración, le digo a mis hijos que voy a estar en el cuarto orando para que no me molesten. Me encierro en el cuarto, me pongo de rodillas y clame a mi Padre celestial. Mis hijos pacientemente me esperan. Al terminar, usualmente están ansios de saber como me fue. Es una alegría poder vivir genuinamente mi fe ante ellos .
Hace años escuche a mi papá dar la siguiente sugerencia, “Cada vez que tengas una duda o un temor, ¡conviértela en oración!” Definitivamente me ha funcionado.
Dios merece que apartemos tiempo especial para buscarlo en oración. Pero no olvides que El esta disponible y deseoso a que clamemos a El a cualquier hora, en cualquier lugar y por cualquier razón. Hasta que lo comencé a aplicar fue que realmente entendí lo que quería decir este verso tan sencillo pero poderoso, “Orad sin cesar.” (1 Tes. 5:17)
¿Cómo esta tu vida de oración?
foto por kusito

que buenos estos mensajes me gustaria estar al dia con sus anecdotas